¿Alguna vez has sentido que te pesan los pies?, Que a pesar que todo pinta de maravilla en tu vida, ¿aun así te sientes descolorido, incompleto? Y en el fondo sientes que la vida debe ser algo más.
A mí ese gusanito inquieto me visitó a los 30 años, en ese momento tenía un buen trabajo, ganaba relativamente bien, convivía en armonía con mi familia, no había mayor dificultad en el día a día. Entonces, ¿cuál era el problema? Pues a veces la comodidad sin emociones puede asfixiar y más si eres un ser inquieto que siempre busca más, a veces no sé qué es ese “más”, pero lo que sí sabía era que me estaba aburriendo en tierra firme con su monotonía y necesitaba un cambio radical.
Mi mente siempre ha sido muy inquieta, por decirlo de alguna manera. Que implica esto, pensamientos que nunca descansan, desconectarse y vagar en mi mente, tendencia a aburrirme fácilmente de las cosas cotidianas. Pero también tiene su lado positivo, como el ser creativo para resolver situaciones complejas, no ser conformista y ser inquisitiva. Por eso me gusta leer, investigar, explorar, no me conformo con lo que yo llamo “el inconsciente colectivo”, que no es más que las reglas impuestas por la sociedad, de lo que está bien o mal, lo que se debe haber logrado a cierta edad o lo que se debe hacer según el género, cosas como esas. En fin, como todo iba de maravilla, menos yo, supe que era la hora de un cambio.
El Cambio tiene diferentes significados para cada uno. Para unos implica cambiar de trabajo, encontrar un hobby o simplemente cortarse el cabello. Para mí era conocer el mundo ahí afuera, a mi ritmo, conmigo y mi mochila.
Me puse en la tarea de investigar destinos, vuelos, alojamientos, rutas, etc. etc. Y en un par de semanas ya tenía organizado un plan de viaje que duraría varios meses.
Renuncié a mi trabajo, le avisé a mi familia una semana antes de partir (mi pobre madre debe pasar muchas angustias por mi culpa), tomé mi mochila, mis ahorros, mis ansias de explorar, mi pobre dominio del inglés que tenía en esa época y me lancé a la ¡Aventura de mi Vida! No sabía qué esperar o qué iba a encontrar en el camino, pero estaba dispuesta a descubrirlo por mí misma.
No puedo negar que al principio surgieron muchas dudas; ¿Y si algo salía mal? ¿Y si no encontraba la forma de comunicarme con mi familia? ¿O con las personas en los países en donde el inglés ni siquiera era su lengua? ¿Si me pasaba algo viajando sola? ¿Y si me perdía?, que por cierto esto último, fue algo que me pasó mucho, mi sentido de la orientación es igual que un gato en un cuarto lleno de cajas (¬‿¬).
Pero decidí no dejar que esos pensamientos negativos se apoderaran de mí. Estaba decidida a vivir esas experiencias, después de todo es parte de la aventura.
Durante mi viaje me enfrenté a situaciones difíciles e inesperadas. No siempre la gente era amable, ni todo salía como lo había planeado. Hubo momentos en los que me sentí abrumada, con temor; sin embargo, esas experiencias también fueron parte del aprendizaje y crecimiento personal que experimenté durante ese tiempo.
Si me lo preguntan, lo haría todo de nuevo. Fue una montaña rusa de emociones, en su mayoría positivas. El poder conocer y convivir con diferentes culturas, ver paisajes de postales con mis propios ojos, probar la gastronomía de cada país. Son experiencias que quedaran grabadas en mí.
Viajando sola pude hacer mis itinerarios como quisiera, cuando quisiera. Si quería pasar el día entero en un museo, perdiéndome en un pueblo o subiendo montañas, miradores donde obtener las mejores vistas (me encantan las alturas) lo hacía. Si me daba antojo de probar la comida callejera que encontrara, también lo hacía. No tenía que preocuparme por complacer a nadie más que a mí misma. Emprender esa aventura fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida y cambió mi perspectiva del mundo.
El ser humano es un ser de hábitos, muchas veces se dejan dominar por el miedo o las dudas, llevan siempre puesto el freno de mano, sin atreverse a más o posponiendo lo que realmente les gustaría hacer. Al final del día todas estas son solo excusas o mecanismos de defensa para mantenerse dentro de una zona de confort. Nunca será el momento adecuado, si no te permites desplegar tus alas.
Mi experiencia, viajando sola, me enseñó valiosas lecciones de vida, sobre confianza en mí misma, adaptabilidad ante los imprevistos, conexión con personas de diferentes culturas e idiomas. Por lo que mi consejo es ¡atrévanse a vivir!, ya sean nuevas experiencias; explorar lo desconocido. No importa si eso implica cambiar su look, empezar una nueva actividad o tomar la decisión de hacer un gran cambio en sus vidas. El punto es atreverse a salir de la zona de confort y explorar nuevas posibilidades. La vida está llena de oportunidades maravillosas esperando ser descubiertas. Como siempre digo, la vida es un ratico y hay que aprovecharla.
En otras entradas platicaré más sobre los países que tuve la oportunidad de visitar y las aventuras de esos viajes… Nos vemos en el camino.
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